Ese nombre se suele dar a la lactancia materna que se extiende más allá de los dos años. Es un nombre que muestra desconocimiento de la naturaleza humana. Puesto que en las tribus, tanto de nuestros ancestros, los monos, como en las que aún perviven en nuestro planeta, viviendo sin los adelantos de la ciencia y la revolución industrial, lo "normal", es que el niño/niña, observad que no digo bebé, se destete entre los cuatro y los siete años. Incluso en nuestra historia era así, hasta que llegó la revolución industrial, y la lactancia artificial.
Así cuando tienes un bebé, una cantidad de creencias, de las que no tienes conciencia, creencias implicitas, se remueven en tu interior y tienes miedo de que tu hijo no esté bien alimentado. Es importante comprender que rara vez nos hablan mientras crecemos sobre lactancia. Difícilmente hemos visto amamantar a un bebé en nuestra cultura. Las películas se esfuerzan en transmitir imágenes de bebés tomando biberón. Dado que nuestro "inconsciente" percibe muchos más datos que nuestro "consciente", eso se graba de forma incosciente y se constituye en una inseguridad en la lactancia.
Además, los comentarios que escuchamos alrededor, no ayudan a mejorar la situación. Si comprendemos que la mayoría de personas tienen estas creencias implícitas, valga la redundancia, pues tenemos la "situación servida". Esa en la que se escuchan frases desde: "ese niño llora porque tiene hambre" (creencia implicita doble: 1. el niño tiene que estar en silencio en la cuna, solo tres horas. 2. La mayoría de niños no se alimentan bien con la "teta"), "es muy mayor para tomar mamar" ("sólo hasta los seis meses han de tomar teta"), "estas creandole a tu hijo una adicción" (los niños muy apegados a mamá serán menos independientes), etc.
Por si esto fuera poco, las universidades que forman a los profesionales en salud materno-infantil, olvidan formar en temas de lactancia. En psicología, por ejemplo, estudiamos todas las tribus y sus modos de vida... pero curiosamente el tema de la lactancia y la crianza de sus peques está "ausente" en la carrera. Sé que en medicina y enfermería no están mucho mejor en este tema. Así te dan el estatus de "experto" en la infancia, en tu profesión, pero no te han formado en un tema tan esencial para los primeros años de vida. Los profesionales que tenemos formación en este tema, la hemos obtenido al margen de la universidad.
Todo esto, se traduce en que los profesionales que nos atienden desconozcan temas tan interesantes como que salvo raras excepciones, cualquier madre tiene leche abundante para su bebé. Las excepciones hablan hipotiroidismo y poco más. Si a esto unimos que los "percentiles" se utilizan erróneamente como indicadores de salud, cuando son simples estadísticas comparativas de tamaños, el conflicto está servido.
Esta situación provoca que las mamás que quieren usar lo más natural, lo más cómodo y lo que su instinto le dicta, ha de tener una seguridad en sí misma a prueba de "bombas". Bombas que además lanzan personas amparan bajo un título de experto, un completo desconocimiento del tema del que están hablando.
Por eso están naciendo varios centros de información a madres y padres, dónde presentar las pruebas que los profesionales desconocen, no por desidia, sino por confianza en las instituciones que les califican como expertos.
Teresa García.
Psicóloga clínica.
Así cuando tienes un bebé, una cantidad de creencias, de las que no tienes conciencia, creencias implicitas, se remueven en tu interior y tienes miedo de que tu hijo no esté bien alimentado. Es importante comprender que rara vez nos hablan mientras crecemos sobre lactancia. Difícilmente hemos visto amamantar a un bebé en nuestra cultura. Las películas se esfuerzan en transmitir imágenes de bebés tomando biberón. Dado que nuestro "inconsciente" percibe muchos más datos que nuestro "consciente", eso se graba de forma incosciente y se constituye en una inseguridad en la lactancia.
Además, los comentarios que escuchamos alrededor, no ayudan a mejorar la situación. Si comprendemos que la mayoría de personas tienen estas creencias implícitas, valga la redundancia, pues tenemos la "situación servida". Esa en la que se escuchan frases desde: "ese niño llora porque tiene hambre" (creencia implicita doble: 1. el niño tiene que estar en silencio en la cuna, solo tres horas. 2. La mayoría de niños no se alimentan bien con la "teta"), "es muy mayor para tomar mamar" ("sólo hasta los seis meses han de tomar teta"), "estas creandole a tu hijo una adicción" (los niños muy apegados a mamá serán menos independientes), etc.
Por si esto fuera poco, las universidades que forman a los profesionales en salud materno-infantil, olvidan formar en temas de lactancia. En psicología, por ejemplo, estudiamos todas las tribus y sus modos de vida... pero curiosamente el tema de la lactancia y la crianza de sus peques está "ausente" en la carrera. Sé que en medicina y enfermería no están mucho mejor en este tema. Así te dan el estatus de "experto" en la infancia, en tu profesión, pero no te han formado en un tema tan esencial para los primeros años de vida. Los profesionales que tenemos formación en este tema, la hemos obtenido al margen de la universidad.
Todo esto, se traduce en que los profesionales que nos atienden desconozcan temas tan interesantes como que salvo raras excepciones, cualquier madre tiene leche abundante para su bebé. Las excepciones hablan hipotiroidismo y poco más. Si a esto unimos que los "percentiles" se utilizan erróneamente como indicadores de salud, cuando son simples estadísticas comparativas de tamaños, el conflicto está servido.
Esta situación provoca que las mamás que quieren usar lo más natural, lo más cómodo y lo que su instinto le dicta, ha de tener una seguridad en sí misma a prueba de "bombas". Bombas que además lanzan personas amparan bajo un título de experto, un completo desconocimiento del tema del que están hablando.
Por eso están naciendo varios centros de información a madres y padres, dónde presentar las pruebas que los profesionales desconocen, no por desidia, sino por confianza en las instituciones que les califican como expertos.
Teresa García.
Psicóloga clínica.